Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico: Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color el gris (aunque en realidad me gusta el verde). Mi nacimiento fue producto del turismo y la diplomacia.
Así iniciaba Julio Cortázar una breve e irónica autobiografía en una carta a quien escribiría un libro sobre él.
A los cuatro años llegó a Buenos Aires con su familia. Se recibió de maestro normal en 1932 y en 1937 de profesor. En 1938 publicó “Presencia”, un libro de poemas, con el seudónimo de Julio Denis. Dicta por entonces clases de literatura en la Universidad de Cuyo y, al ser intervenida ésta en 1945, regresa a Buenos Aires y trabaja en la Cámara del Libro.
En 1946 en la revista “Los Anales”, que dirigía Borges, publica el cuento “Casa tomada” y en 1947 otro cuento “Bestiario”. En 1951 viaja a París, donde se radicaría, becado como traductor de la UNESCO y el mismo año se edita su primer tomo de cuentos “Bestiario”. En 1953 se casa con Aurora Bernárdez, destacada traductora.
A partir de entonces comienza a desarrollarse con asombrosa continuidad su relevante producción literaria. En 1956 se publica “Final del juego”, cuentos, en 1958 “Las armas secretas”, cuentos, en 1959 su primera novela “Los premios”. En 1962 aparece la sorprendente “Historia de cronopios y de famas” y el estudio “Algunos aspectos del cuento”. En 1963 se desempeña como jurado del premio cubano Casa de las Américas y el mismo año se conoce “Rayuela”, su más feliz incursión en la novela, hito en la literatura hispanoamericana en la que Cortázar plantea una renovación de la novela moderna y que contará con el entusiasmo fervoroso de sus numerosos lectores, convirtiéndose en una obra de culto.
En 1966 se editan los cuentos de “Todos lo fuegos el fuego”. En 1967 publica “La vuelta al día en 80 mundos” y conoce a Ugné Karvelis que sería su segunda esposa y su agente literaria.
En los años que siguen da a conocer “62 Modelo para armar”, “Ultimo round”, “Prosa del Observatorio” y “Libro de Manuel” que en 1973 recibiría en Francia el premio Medicis y cuyos derechos de autor destina a ayudar a los presos políticos argentinos. Seguirán “Octaedro”, “Fantomas contra los vampiros multinacionales” y “Alguien que anda por ahí”. En 1979 se separa de Ugné Karvelis y aparece “Un tal Lucas”.
Viaja con Carol Dunlop, su tercera esposa y se edita “Queremos tanto a Glenda”, cuentos. En 1982 aparece “Deshoras”, cuentos y ese año muere Carol Dunlop, con quien escribiera “Los autonautas de la cosmopista” y cuya desaparición conmoviera profundamente a Cortázar. En 1983 viaja a Nicaragua y Buenos Aires. En Nicaragua es condecorado por el Ministro de Cultura, el poeta Ernesto Cardenal con la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío. En Buenos Aires, en cambio, las autoridades lo ignoran, pero recibe el cariño de los lectores y admiradores que se enteran de su presencia. El 12 de febrero de 1984 muere en un hospital de París.
Tras esta cronología, mero relato de los hechos de su vida, no podemos dejar de remarcar la importancia de Julio Cortázar como creador y como hombre por su actitud ante la vida y ante los demás.
Su creación, desarrollada a través del tiempo y en distintas circunstancias es una suma de originales tramas plenas de sorpresas y situaciones inesperadas donde suele abundar lo mágico o lo abominable acechando detrás de algo aparentemente trivial o inocente, todo ello en una constante aventura de las palabras que incursionan en formas expresivas nuevas y deslumbrantes. Empero, tuvo la humildad de decir de sí mismo que se consideraba “un aficionado, un tipo que escribe porque le da la gana, porque le gusta escribir…”
De su actitud ante la vida, los acontecimientos y las personas, más allá de cualquier ideología, se destacó siempre su honestidad intelectual y la sinceridad de cuanto manifestaba o hacía, así como una gran generosidad y la inalterable fidelidad a sus afectos, como lo testimonian cuantos le han tratado o conocido.
Por estas razones, dondequiera se estudie o simplemente se lea literatura argentina, Julio Cortázar será siempre un referente mayor e ineludible.
José Luis Toledo